Al pretender eliminar la metafísica, los empiristas,han tropezado con serias dificultades al tratar de ponerse en claro acerca del significado de la verificación, dificultades que son de índole ontológica. En un principios sólo otorgaban sentido a una proposición cuando de hecho se la verifica. Pero de esta manera había que afirmar que todas las proposiciones falsas carecían de sentido,, puesto que, por ser falsas, no pueden verificarse. Tampoco tendrían sentido las proposiciones referentes al futuro, como «el sol saldrá mañana». Pero ocurre que gran parte de las proposiciones científicas son de este tipo, porque las leyes, representan afirmaciones, no sólo sobre hechos pasados y presentes, sino también futuros; cuando se dice «el calor dilata los cuerpos», se quiere decir que esto es verdad hoy y también mañana.

Este género de dificultades obligo a los empiristas a introducir modificaciones en su criterio fundamental, uno de estos cambios fue diferenciar entre verificación en sentido fuerte y verificación en sentido débil: una proposición es verificable en sentido fuerte, si su verdad puede ser establecida en la experiencia fuera de la duda; lo es en sentido débil, cuando puede determinarse en cierto grado de probabilidad, etc., etc.

Hay infinidad de afirmaciones absolutamente imposible de verificar y sin las cuales, sin embargo, la vida humana sería inconcebible. -La vida humana que es la instauradora de sentido- declara Sócrates en el Fedón, que está dispuesto a morir, más aún que está contento de morir, porque la muerte es un bien parta el hombre, al permitir que el alma se libere del cuerpo. Ahora bien, es evidente que nada de esto es verificable (¿y cómo se haría además, en todo caso, para verificar que en efecto el estado de animo de Sócrates era de alegría?). Pero es más importante todavía darse cuenta de que ello constituyó el sentido de la existencia de Sócrates, lo que él represento como hombre. O bien, piénsese en las guerras religiosas. Nadie sostendrá que es verificable que Jesús fue el mesías o no lo fue, o que Mahoma fuera el profeta o no. Y no obstante, estas proposiciones no verificables tuvieron y tienen sentido, mucho más quizás que cualquier posición científica; tanto, que por ellas millones de personas se han hecho matar. Son propisiciones de este tipo las que orientan toda vida humana, las épocas históricas, las grandes culturas.

Los empiristas pueden alegar que caso como estos no se tratan de conocimiento, que lo que falta es sentido cognitivo; que se trata tan sólo de efusiones del sentimiento, que allí está en juego tan sólo el aspecto emotivo del hombre. Pero esos sería primordialmente discutible -que afirmaciones como las de Sócrates no sean «conocimientos». En segundo lugar habría que anotar que toda una gran corriente de la filosofía (San Agustin, Pascal, M. Scheler, Heidegger, de muy distintas maneras) entiende que los sentimientos o los estados de animo representan cierto modo de «conocimiento» de «acceso a las cosas», o de modos como nos insertamos en la realidad.

También es muy discutible la idea, principalmente instrumentalista, que los empiristas lógicos se hacen del lenguaje. Porque piensan (aunque sea tacticamente) que hay, en un lado, un mundo de cosas ya constituidas  e independientes al hombre, por el otro los hombres, y en tercer lugar el conocimiento como relación entre ambos ordenes; y que luego el hombre, de manera convencional, establece el lenguaje, que no resulta ser entonces nada más que un puente con ayuda del cual los hombres  se comunican entre sí. Pero prescindiendo de que, como es fácil comprenderlo, este planteo es metafísico, la cuestión está en saber si el lenguaje es un instrumento que el hombre hace, o si, más bien,  el hombre es algo «hecho» por el lenguaje. Quizás lo más importante del empirismo contemporáneo resida en su convicción acerca de intima vinculación entre filosofía y lenguaje; pero en este terreno seguramente los más grandes hallazgos se encuentran en Wittgenstein y en los analistas ingleses.

Dijimos que la teoría instrumentista del lenguaje se apoya en el planteo metafísico. Esto solo ya pone en crisis toda su refutación de la metafísica. Los mismos filósofos analistas han terminado por reconocer que la metafísica puede ofrecer una cierta penetración en las cosas y dirigir la atención hacia hechos comúnmente pasados por alto.

La metafísica, según se verá, no es teoría, pero tampoco praxis, sino el acontecimiento esencial en la existencia humana sin el cual no hay hombre, ni, por tanto, conocimiento alguno. El empirismo es ya de por sí una toma de posición metafísica; porque la experiencia no es nada obvio de por sí -como Hume creyó, y sobre sus huellas todos los empiristas-, sino una construcción, algo que ya no es empírico, o, en otros términos, que supone factores que no son empíricos. Esto justamente es de lo que encargara Kant.

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Notas y referencias.

Introducción a la filosofía (Adolfo P. Carpio)

Modern Introduction of philosophy

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