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Ahora nos toca reflexionar sobre el conocimiento. Si queremos describirlo tenemos que empezar por distinguir sus cuatro elementos que lo constituyen: el sujeto, el objeto, la operación y la representación.

El sujeto.

Se trata de la persona que conoce. Se llama también sujeto cognoscente. Es el que capta algo, el que se posesiona con su mente de las características de un ser. Las facultades cognitivas (ojos, oídos, entendimiento, etc.) posibilitan que haya alguien que se dé cuenta de lo que pasa alrededor de él. Ese centro de conocimiento es el sujeto cognoscente.

El objeto.

Es la cosa o persona conocida. Siempre el sujeto conoce un objeto. El acto de conocer une estos elementos, el sujeto y el objeto, de tal manera que la cosa conocida no se llamaría objeto si no fuera porque es conocida. Y del mismo modo, la persona que conoce, se llama sujeto por el hecho de conocer a un objeto. En esta correlación cognoscitiva, el sujeto se modifica durante el acto del conocimiento. En cambio, el objeto queda tal cual.

La representación.

En las facultades cognoscitivas del sujeto se producen ciertas representaciones; y se llaman así porque de algún modo tratan de reproducir en la mente del sujeto lo que pasa en el exterior. Cualquier persona puede darse cuenta de esto, cerrando por un momento los ojos y reproduciendo en su interior la imagen de los objetos que tiene alrededor.

En el fenómeno del conocimiento, el papel de estas representaciones es capital; tanto que algunos autores llaman «conocimiento» precisamente a tales representaciones. Nosotros llamaremos conocimiento a todo fenómeno que envuelve los cuatro elementos aquí descritos.

La representación interna es, pues, un contenido intramental que se refiere a un objeto. El objeto, la mayoría de las veces es extramental, o sea, fuera de la mente.

La operación.

El acto de conocer. Es el proceso psicológico necesario para ponerse en contacto con el objeto y lograr obtener una representación fiel de dicho objeto.

La operación cognoscitiva es instantánea. En cambio la representación obtenida perdura en el interior del sujeto, en su memoria, de la cual se puede extraer en el momento que se quiera con un nuevo esfuerzo mental.

Hay que tener cuidado de no confundir la operación con la representación. La operación cognoscitiva es un esfuerzo mental, y la representación es el resultado de ese esfuerzo. La operación es momentánea, y la representación es permanente, o sea, permanece en la mente del sujeto.

«Es la operación por la cual un sujeto obtiene representaciones internas de un objeto»

Conclusión.

Era necesario hacer esta disección en un curso elemental de Lógica pues ahora tenemos de manera más clara el objeto que persigue esta materia. Nuestra ciencia solo tomara lo que son las representaciones internas, entre las cuales, como veremos en otro post, se encuentra un grupo especial que son los pensamientos. Y (como ya sabemos) el objeto material de la Lógica está en los pensamientos.

Podemos concluir que no es lo mismo pensamiento que conocimiento. El pensamiento está incluido en el conocimiento. Por su parte, los verbos conocer y pensar también expresan fenómenos diferentes: conocer es captar algo trascendente a la misma mente. Pensar es barajar esas representaciones ya obtenidas, combinarlas e inclusive inferir otras nuevas. Por tanto, nótense las diferencias entre conocer, pensar y saber. Conocer se refiere a lo trascendente. Pensar es combinar las representaciones inmanentes. Saber es poseer una serie de representaciones. Tanto por la vía del conocer como por la del pensar se puede aumentar el propio saber.

Notas y referencias.

Lógica Conceptos fundamentales (Raúl Gutiérrez Sáenz).

Metafísica del conocimiento (N.Hartmann)

Meditaciones cartesianas (E.Husserl)

Imagen destacada: Colisión del conocimiento (google imagenes)

2 comentarios en “Los elementos del conocimiento: el sujeto, el objeto, la representación y la operación.

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