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Como suele pasar en los momentos de crisis, apareció un hombre capaz de desenmascarar la debilidad esencial del punto de vista sofistico, una personalidad destinada a formar una moral rigurosamente objetiva. Este personaje fue Sócrates.

Sócrates fue una de las figuras más extraordinarias de la historia humana y es imposible desconocer su importancia. Tanta es su fama que incluso se le ha comparado con Jesús de Nazaret, porque así como a través del Cristo la historia experimenta un profundo cambio, de manera semejante Sócrates significa un decisivo codo de su curso.

También es curioso considerar que Jesús, históricamente considerado, es un enigma, porque apenas se sabe algo de su existencia; de la misma manera, es muy poco lo que se sabe con seguridad sobre Sócrates

Sócrates representa la relación contra el relativismo y subjetivismo sofísticos.

Singular ejemplo entre teoría y conducta, entre pensamiento y acción, fue capaz de llevar tal unidad al plano del conocimiento, al sostener que la virtud es conocimiento y el vicio ignorancia. Y, principalmente en un época en que todos creen saberlo todo y discutirlo todo, o poder enseñarlo todo, en pro o en contra indistintamente, sin importárseles la verdad o justicia de lo que dicen – clara coincidencia con nuestro tiempo-, Sócrates proclama su propia ignorancia.

Un amigo de Sócrates, Querefonte, fue una vez al oráculo del dios Apolo en Delfos. Al preguntar Querefonte al dios quién era el más sabio, el oráculo respondió que el más sabio de los hombres era Sócrates. Pero cuando Sócrates se entera, queda perplejo, porque no reconoce en sí mismo ninguna sabiduría. Sócrates se siente confundido , porque tiene conciencia de estar lleno de dudas, no de conocimientos. ¿Será que el dios ha mentido? Sin embargo, esto es imposible, porque un verdadero dios no puede mentir, como tampoco puede haberse equivocado. Por lo tanto, Sócrates sospecha que las palabras del oráculo tienen un sentido oculto, y que su vida (la de Sócrates) debe ser consagrada a poner de manifiesto y mostrar en hechos el sentido encubierto del pronunciamiento del dios.

Para aclarar las palabras del oráculo, Sócrates emprende una especie de pesquisa entre sus conciudadanos; se propone a interrogar a todos aquellos que pasan por sabios y confrontar así con los hechos la afirmación del dios y comprobar entonces si los demás saben más que él o no, y en qué sentido.

Sócrates empieza por interrogar a los políticos, y los interroga ante todo sobre algo que debieran saber muy bien: ¿qué es la justicia?; ya que el propósito fundamental de todo gobierno debería ser primordialmente lograr un Estado justo. Pero sometidos al interrogatorio, pronto resulta que le responden mal, o que no saben en absoluto la respuesta.

Sócrates interroga luego a los poetas, y observa que en sus poemas suelen decir cosas maravillosas, muy profundas y hermosas; sin embargo, son incapaces de dar razón de lo que dicen. Y es que el poeta habla, pero a través de él hablan -según decían los antiguos – las musas, las divinidades, y no él mismo;el poeta es un inspirado. Y por ello ocurre frecuentemente que el sentido más profundo de los que dice se le escapa, en tanto que lo descubren los múltiples lectores e interpretes que vuelven una vez y otras sobre sus obras. Tampoco los poetas, entonces, merecen ser llamados sabios.

Sócrates interroga por último a los artesanos y descubre que estos si tienen un saber positivo: saben fabricar cosas útiles, y además saben dar razón de cada una de las cosas que realizan. Lo malo, sin embargo, reside en que, por conocer todo lo referente a su oficio, creen saber también de las cosas que no son su especialidad -como, por ejemplo, se creen capacitados para la política,cuando en realidad no lo están.

Al final Sócrates comprende por fin la verdad profunda de la declaración del dios: los demás creen saber cuando en realidad no saben ni tienen conciencia de esa ignorancia, mientras que él, Sócrates, posee esta conciencia de su ignorada que a los demás les falta. De manera que la sabiduría de Sócrates no consiste en la posesión de determinada doctrina, no es sabio porque sepa mayo número de cosas; pero en cambio él puede afirmar con plena conciencia: «Sólo se que no se nada«, y en esto consiste toda su sabiduría y su única superioridad sobre los demás. Platón le hace decir en Apología:

Me parece, atenienses, que sólo el dios es el verdadero sabio, y que esto ha querido decir por su oráculo, haciendo entender que toda la sabiduriía humana no es gran cosa, o por mejor decir, que no es nada; y si el oráculo ha nombrado a Sócrates, sin duda se ha valido de mi nombre como de un ejemplo, y si como dijese a todos los hombres: «El más sabio entre vosotros es aquel que reconoce, como Sócrates, que su sabiduría es nada».

De esta forma Sócrates descubre los limites de todo conocimiento humano, piensa a fondo esta radical situación de finitud que caracteriza al hombre; éste sólo llega a la conciencia adecuada de su humanidad, de aquello que reside en su esencia, cuando toma conciencia de lo poco que sabe. En este sentido Sócrates es sabio: porque no pretende, ingenuamente, como los demás, saber lo que no sabe.

Notas y referencias.

Principios de filosofía (Adolfo P. Carpio)

Biografía de Sócrates.